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Justin Timberlake, más sureño que nunca con «Man of the Woods», hoy a la venta

Justin Timberlake, un regreso entre la serenidad y el espectáculo

Cooperativa
Con su primer disco en cinco años y su esperado regreso al Super Bowl, Justin Timberlake vuelve a la primera fila de la música entre la serenidad de un artista en busca de sus raíces y el espectáculo que rodea a una de las estrellas del pop más importantes del siglo XXI.

«Man of the Woods» es el título del nuevo álbum de Justin Timberlake (Memphis, 1981) y sale a la venta hoy viernes, tan sólo dos días antes de que el cantante tome el escenario del U.S. Bank Stadium de Mineápolis (EEUU) para actuar durante el descanso de Super Bowl, la final de la Liga de Fútbol Americano (NFL).

La expectación es muy elevada ante el retorno del músico al Super Bowl después de su polémica aparición en 2004, cuando Timberlake, uno de los invitados de la cabeza de cartel Janet Jackson, le arrancó una pieza del atuendo a la cantante, lo que dejó por unos instantes su seno derecho al descubierto.

En medio de una enorme controversia sobre si estaba planeado o no, Timberlake continuó su trayectoria con éxito y popularidad mientras que Jackson vio cómo, poco a poco, se le cerraban las puertas y su carrera entraba en declive.

En una jugada muy hábil y perfectamente trenzada, Timberlake no ha desaprovechado la atención de los medios acerca de la que será su tercera actuación en el Super Bowl (en 2001 debutó en este show con su grupo NSYNC) y prácticamente la hizo coincidir con el lanzamiento de «Man of the Woods», su primer disco desde los dos volúmenes de «20/20 Experience» editados en 2013.

«Definitivamente es el disco más introspectivo que he hecho», dijo el cantante en una entrevista con la emisora Beats 1 Radio.

«Este disco está muy inspirado por mi hijo, mi mujer (la actriz Jessica Biel), mi familia, pero, más aún que por cualquier otro álbum que haya escrito, por de dónde soy», comentó asimismo en uno de los clips promocionales.

Más cerca de los cuarenta años que de los treinta y tras haber sido padre en 2015, Timberlake plantea en «Man of the Woods» una mirada desde el pop y el R&B a su Memphis natal y a los sonidos roqueros y de country del sur de Estados Unidos.

Para este experimento que definió como «música americana moderna con cajas de ritmos 808», Timberlake reclutó a cotizados productores como Pharrell Williams, Timbaland y Danja, pero también hizo algunos fichajes más intrépidos como el de Chris Stapleton, toda una figura del country en la actualidad.

Así, Stapleton aporta su guitarra y su aroma sureño en «Say Something», una de las canciones que se han desvelado como aperitivo del disco.

Los seguidores de Timberlake tampoco deben temer por un cambio radical del estilo de su ídolo, ya que los temas ya conocidos «Supplies» y «Filthy» continúan explotando las posibilidades del R&B que hicieron famoso al cantante.

No obstante, este homenaje a sus orígenes y esta reflexión sobre su vida personal también tuvo su reflejo en el «look» de Timberlake, que desde que se anunció «Man of the Woods» ha sido retratado constantemente en la naturaleza, caminando entre bosques y campos al atardecer, y vistiendo vaqueros y camisas que remiten a la vida rural y familiar.

Aunque tardó un lustro en entregar un nuevo disco, Timberlake continuó siendo una estrella muy popular durante estos años especialmente gracias a sus incursiones en el cine.

Así, en 2017 recibió una nominación al Óscar a la mejor canción original por «Can’t Stop the Feeling!», que formó parte de la banda sonora de la cinta animada «Trolls» (2016) en la que el cantante dobló a uno de los protagonistas.

Como actor ha dejado su firma también en largometrajes como «The Social Network» (2010), «Trouble with the Curve» (2012) e «Inside Llewyn Davis» (2013), pero ha sido su última película, la cinta de Woody Allen «Wonder Wheel» (2017), la que le ha situado en el centro de la polémica.

Las acusaciones de abuso sexual de Dylan Farrow, hija adoptiva de Woody Allen, contra el cineasta han vuelto a salir a la luz ante la catarata de casos de agresión sexual en Hollywood y por el impulso de los movimientos «Me Too» (Yo también) y «Time’s Up» (Se acabó el tiempo).

Este caso llevó a actores como Rebecca Hall, Timothée Chalamet y Greta Gerwig a arrepentirse de haber trabajado con el director neoyorquino, pero Timberlake optó por guardar silencio al respecto.

Por ello, Dylan Farrow le criticó en Twitter al asegurar que no puede ser un activista creíble del movimiento «Time’s Up» si al mismo tiempo no condena a «depredadores sexuales» como Woody Allen.

Justin Timberlake, más sureño que nunca con «Man of the Woods»

El Sol de México
Cuatro años después de grabar un dueto con Michael Jackson, prueba fehaciente de su ADN común, y de coronarse brevemente en 2016 como nuevo «rey del pop» con el «hit» blanco «Can’t stop this feeling», Justin Timberlake vuelve más sucio y sureño, con el oído puesto en otro ídolo de la realeza musical.

En «Man Of The Woods» (Sony Music), quinto álbum de estudio de su carrera en solitario que se publica ocho años después de la entrega doble de «The 20/20 Experience», Timberlake ha cargado las guitarras y los juegos lúbricos de palabras hasta hacer inevitables las comparaciones con el otro príncipe de la industria, el más genuino en realidad, Prince.

Timberlake, llamado «príncipe del pop», cumplió ayer 37 años y lo celebra hoy con la salida de un trabajo que empapa las formas del icono de Minneápolis con las músicas del suroeste americano: country, blues, rock and roll, rockabilly, funk, r&b y, por supuesto, soul de Memphis, de donde procede el rubio intérprete y compositor.

Hoy reveló además el vídeo de su cuarto sencillo que lleva el mismo nombre que su disco.

Quizás no es la idea a la que conduce de primeras ni el título, ni la portada del disco, en la que su autor cambia el esmoquin y la pajarita de «The 20/20 Experience» por la ropa informal (vaqueros y franela) y un paisaje bucólico de pinos más propio de un artista folk a lo Bon Iver.

Él ha explicado que «Man Of The Woods» hace referencia a Silas («pequeño lobo», según algunas traducciones), que es el nombre del hijo nacido en estos años de silencio discográfico de su unión con la actriz Jessica Biel, quien también participa en algunos cortes y figura en los créditos como Jessica Timberlake.

Se trata, ha dicho además, de su disco «más ambicioso», como si desde el revolucionario «FutureSex/LoveSounds» (2006) no se hubiese caracterizado por ofrecer un «plus» en cada uno de sus trabajos, templados siempre a fuego lento. Esta vez la idea era asumir su propio influjo rock y revestirlo de vanguardia.

Para ello se ha rodeado de una confluencia de productores que sorprende más que nunca por su número y prestigio: Danja (colaborador de Madonna y Britney Spears), Rob Knox (Rihanna, Prince Royce), Eric Hudson (Mary J. Blige, Trey Songz), J-Roc (Beyoncé, Missy Elliott) y, cómo no, Timbaland (junto al que definió el sonido del citado «FutureSex/LoveSounds»).

Suyo es el arranque arrollador con «Filthy» (sucio, en español), primer sencillo que se dio a conocer y también el más chocante de todos los cortes, quizás demasiado en una primera escucha para los oyentes ávidos de sinuoso «rythm and blues», golpeado aquí por oleadas de cuerdas eléctricas y apocalípticas y un magnetismo vocal que bien podría haber asumido Prince como propios.

La guitarra eléctrica juega un papel fundamental frente a discos previos y, en ese sentido, cabe destacar la aportación de su inseparable Elliott Ives, de su banda The Tennessee Kids y con influencias mixtas de funk, hip hop y rock clásico.

Además de la participación en «Morning light» de Alicia Keys, resulta fundamental a lo largo de todo el álbum la aportación de The Neptunes, dúo conformado por Pharrell Williams y Chad Hugo, cuyo toque se hace especialmente evidente en parrandas nocturnas como «Midnight summer jam», el segundo corte.

Porque la música negra sigue ahí irremediablemente, aunque los titulares se los llevará por novedosa la incorporación del country a su repertorio, reforzada a través de colaboraciones como la de Chris Stapleton y algún que otro ukelele y ‘steel guitar’.

Huelga decir, habida cuenta de la mencionada nómina de productores, que cada escucha se enriquece con nuevos hallazgos instrumentales y arreglos, así como con versos potencialmente emblemáticos, como «Haters gon’ say it’s fake» o «Act like the south ain’t the shit»

Ganador de 10 premios Grammy y 4 Emmy, Timberlake ha vendido más de 32 millones de álbumes y en la madrugada del próximo domingo al lunes vivirá otro episodio para su gloria personal como protagonista del intermedio musical de la Super Bowl.

En ese foro que vivió su más gloriosa velada con Prince bajo una cortina de lluvia probablemente sonará «Filthy» y quizás entonces pueda Timberlake, desde su clave sureña, conjurar el lujurioso espíritu del «príncipe de Minneápolis» preguntando al respetable: «And what you gonna do with all that meat?».

Justin Timberlake entre los discos de la semana para los críticos de ABC

ABC
Cuenta Justin Timberlake que su nuevo disco explora la historia de la relación entre su vida personal y su carrera artística, de su viaje vital en el mundo de la música desde sus comienzos en la boy-band NSYNC hasta su momento actual, convertido en supernova del mundo del espectáculo pero también en un padre de dos hijos felizmente casado. Asegura además que se trata de su trabajo más ambicioso hasta la fecha, y efectivamente, la grabación y mezcla de «Man of the woods» ha tenido que ser necesariamente compleja por la superposición casi experimental de R&B, balada, reggae, pop, trap, funk, country, hip-hop… Un planteamiento audaz el de aunar la modernidad y la tradición a su manera, pero por mucho que haya contado con una ristra de productores de relumbrón (Danja, Rob Knox, Eric Hudson, J-Roc) al de Tennessee la tarea le ha quedado muy, pero que muy grande.

Tiene mérito que Timberlake haya arriesgado con una apuesta inesperada, una suerte de rareza mainstream, pero le ha quedado un disco clamorosamente irregular y lastrado por la indefinición, con sólo un par de singles que aguantarán el tipo durante un tiempo y catorce temas de lo más olvidables, incluyendo las colaboraciones con The Neptunes, Timbaland (su socio habitual en la mesa de sonido), Chris Stapleton y Alicia Keys. Veremos qué puede hacer una promo en el descanso de la Super Bowl (allí actuará este domingo) para remediarlo.

4 / 10

Justin Timberlake, de chico maravilla a señor mayor

El Mundo
La estrella del R&B blanco regresa este domingo a la Superbowl 14 años después del ‘pezóngate’ con Janet Jackson con un disco ‘Man on the woods’ que intenta una fusión extraña de música urbana y tradiciones sureñas.

Este domingo Justin Timberlake regresa a la actuación del descanso de la Superbowl, 14 años después del incidente del ‘pezóngate’ con Janet Jackson. En este tiempo, el antiguo niño Disney se ha convertido en una superestrella pop en todas las dimensiones, desde el músico capaz de actualizar toda la tradición funk y soul con FutureSex/LoveSounds (2006) hasta el actor de películas como La red social (2010) y A propósito de Llewyn Davis (2014). Su anterior disco, The 20/20 Experience (2013), repartido en dos partes, era un viaje tan interesante como indigesto a través de la tradición musical afroamericana pasada por el filtro blanco. Una especie de autoafirmación de que ahí estaba y de que, sin él, no se entendería la música urbana actual, ni la mitad del pop mainstream, ni tampoco el revival disco de Daft Punk.

Pero Justin, que acaba de cumplir 37, ya ha superado ese momento que suele marcar el paso del ecuador de una vida. Casado con Jessica Biel y con un hijo, no parece tan interesado en cumplir sus compromisos con su leyenda como en sentirse vivo haciendo música. Podría ser un caso parecido al de Snoop Dogg: una estrella con carisma y personalidad irremplazable, con más dinero del que podría haber imaginado y una concepción de la música como disfrute sensual/sensorial.

Desde esa perspectiva, Man on the woods (Sony) podría parecer la típica ida de olla del mito consagrado: sobre el papel, un regreso a los orígenes campestres de Timberlake, en Tennesee, con country, gospel y bucolismo ‘hillbilly’. En realidad, hay poco de eso, desde el momento en que el sonido sigue a los mandos de Timbaland y The Neptunes (Pharrell y Chad Hugo), que fueron los que le ayudaron a conseguir su lugar en el negocio musical.

Timberlake viene de una de las canciones más exitosas y perfectas de su carrera, el Can’t stop the feeling! de la banda sonora de la película de animación Trolls (2016). Un bombazo que funciona en la discoteca y en la cola del supermercado. Y algo de ese espíritu lúdico e infantil aparece en la canción que da título al álbum y en Morning light. Dos temas feeling good, como dicen los estadounidenses, que contrastan con los experimentos de mezcla de R&B y country (que tampoco es que sean inéditos en la historia de ambos géneros) que plantean Living off the land, The hard stuff y Say something, esta última con presencia de la nueva estrella de las raíces sureñas, Chris Stapleton. Una turra no demasiado alejada de la vuelta al redil country de Miley Cyrus.

Tampoco hay que quedarse con el coro de misa de Flannel o la chusta de su intento de tontear con el trap sureño (Supplies). Lo mejor es cuando Timberlake se sube en la máquina del tiempo y viaja a ese momento mágico de la música negra, entre finales de los 70 y principios de los 80, donde todo ocurrió: el funk progresivo de George Clinton (Filthy), los riffs mutantes de Chic (Higher higher), los viajes por Jamaica (Wave), el electro antes del electro (Montana), la huella imborrable de Stevie Wonder (Breeze of the pond). Todo ello, en un hombre que no ha perdido ese punto hipersexual («Me encanta tu rosa, te gusta mi púrpura», canta en Sauce) que hace que, a pesar del tiempo, la sonrisilla de Timberlake siga conservando ese brillo de chico maravilla.

Así suena Man of the Woods: el nuevo disco de Justin Timberlake

La Tercera

El cantante Justin Timberlake finalmente lanzó Man of the Woods: su quinto disco de estudio y su regreso al mercado a cinco años de su último material, The 20/20 Experience (2 of 2).

En las últimas semanas, el artista — de recién cumplidos 37 años — difundió tres adelantos de este álbum, que mostraron la variedad de sonidos que abarca su nueva apuesta: Filthy, un oscuro funk electrónico; Supplies, una mezcla de pop y hip-hop; y la más reciente, Say Something, una colaboración con el artista country Chris Stapleton donde predominan las guitarras y sonidos más rústicos.

El resto del disco — que tuvo a Pharrel Williams como uno de sus productores — sigue la misma línea, pasando del funk al indie-folk, y de los recursos electrónicos a las guitarras del country a lo largo de sus 16 tracks, donde además aparece otra colaboración: la de Alicia Keys en el tema Morning Light.

En la víspera de este lanzamiento — que ya había calificado como su apuesta más personal -, Timberlake contó la razón del título («Hombre del bosque»). «El álbum lleva el nombre de mi hijo», dijo en redes sociales sobre el pequeño Silas, de dos años, fruto de su relación con la actriz Jessica Biel. «Su nombre significa ‘del bosque’. ¡Dejen de decir que estoy haciendo un álbum country!», advirtió además: una idea que surgió por su nuevo look y la estética alrededor del disco.

COSAS QUE NOS HAN FLIPADO DEL NUEVO DISCO DE JUSTIN TIMBERLAKE

Los 40

Cantante, compositor, productor, bailarín, actor, empresario… Justin Timberlake es uno de los artistas más versátiles que nos ha dado el pop internacional y acaba de publicar su nuevo disco, Man of the Woods.

El álbum llega cinco años después de la publicación de su último trabajo, The 20/20 Experience, y las tendencias musicales han evolucionado mucho. El género urbano o los ritmos latinos han irrumpido con fuerza y sucumbir a ellos es casi señal de éxito.

Sin embargo, Justin Timberlake parece haber estado en una burbuja porque en Man of the Woods no encontramos ni lo uno ni lo otro, es decir, Justin ha hecho exactamente lo que le ha dado la gana.

Precedido por Filthy como primer single, este largo (nunca mejor dicho) de 16 canciones muestra el lado más rural y R&B del artista y no solo hablamos de la estética del álbum o los vídeos (en los que no se quita el look de leñador, por cierto). Esta dicotomía también se deja sentir en sus canciones. Escucha por ejemplo cómo conjuga el sonido de los violines de Midnight Summer Jam con otros ritmos mucho más eléctrico.

Experimentos. Un disco más, Justin Timberlake vuelve a experimentar con todas las sonoridades a su alcance. Sin complejos. Man of the Woods es un disco que suena country y moderno al mismo tiempo, un álbum que indaga en las raíces del rock americano tradicional sin renunciar al R&B marca de la casa.

Ensalada de estilos. Man of the Woods es una ensalada mixta con un montón de toppings. La canción que da título al disco nace con más vocación country, mientras que en Wave incluye ritmos electrificantes o en Supplies encontramos más la pátina de gente como Drake.

La magia de Pharrell Williams está detrás de algunas de las canciones del disco y, por supuesto, la producción es una chulada. Higher Higher o Supplies son algunos de los temas más elegantes y luego está Livin’ off the land, una canción inclasificable, épica, a ratos western y un grower tremendo. No sabemos si será single, es probable que no, pero es una de las mejores canciones del disco.

Colaboraciones. Imposible pasar por alto las colaboraciones que se ha marcado. Es fácil cerrar los ojos y dejarse llevar por sabor a góspel y a blues de Morning light junto a Alicia Keys. Timberlake se alía con el cantante de bluegrass Chris Stapleton para Say something, un tema tejano y pop que ¿soy yo o recuerda un poco a algunos estribillos de Maroon 5?

En cuanto a las letras, hay de todo un poco. El amor pulula en muchos de sus temas, mientras que en otros, Timberlake bucea en sí mismo y comparte muchas de sus inquietudes. «Puede que esté buscando algo que no puedo tener» o «algunas veces la mejor manera de decir algo es no decir nada en absoluto», canta en Say Something. En Man of the Woods recuerda sus orígenes sureños: «soy un hombre de campo, es mi orgullo».

En breve comprobaremos si Man of the Woods es un gran disco o quizás un disco más de Justin Timberlake.

Justin Timberlake, carne e identidad

La Tercera Culto

Hizo un disco contando lo feliz que está y en ese sentido Man of the woods es un triunfo inapelable. Pero los retratos musicales de esa alegría tienen tanta gracia como ver un interminable álbum de fotos de vacaciones ajenas en lugares que todo el mundo conoce.

Uno. Publica en RCA, el sello donde Elvis Presley y David Bowie lanzaron sus mejores discos, y mañana regresa triunfal al Superbowl a 14 años del polémico número junto a Janet Jackson, cuando desnudó uno de sus pechos. En los enunciados Justin Timberlake es el príncipe del pop estadounidense y a los 36 años disfruta de una temprana madurez artística. Casado con la actriz Jessica Biel, con quien tiene un pequeño hijo, se mueve en la primera línea de la industria de los espectáculos entre la música y el cine. Se le considera un consagrado, pero aún cuesta trabajo recordar algún clásico suyo, la canción reconocida por todos. En esa carrera Bruno Mars le gana. Con Man of the woods, primer álbum en cinco años, confirma una discografía disonante con la posición que ostenta.

Dos. Cuando Josh Homme armó Queens of the Stone Age, tenía por meta que el público reconociera en solo tres segundos a su banda. Le costó un disco conseguirlo. Con este quinto título Justin Timberlake todavía no logra el mismo efecto. Empecinado en sumar habilidades nunca ha puesto demasiada atención en encontrar una voz propia, sino más bien se aplica en emular. Su música sugiere que tras la blanca palidez late un espíritu afroamericano, aunque es tan negro como John Mayer es blusero.

Tres. La portada de Man of the woods susurra el retrato de un cantautor indie, dos fotos rasgadas que completan la figura del artista con barba y bigote. Citó a Nashville, Memphis y el sur en general como fuentes de inspiración y el link no conecta con esos contenidos. Hay canciones que poseen un potencial innegable como Sauce, a la vez ejemplares en la pequeña tragedia de este álbum marcado por la sensación de enunciados y materias pendientes. La base rítmica y los juegos de guitarras entre cristalinas y endurecidas relucen, igualmente las armonías dominadas por el falsete. Pero el coro memorable nunca llega. Durante 5 minutos «Midnight summer jam» hace amagues de un camino y una progresión para quedar en el intento: nuevamente el falsete, el funk, las reverencias a The Jacksons y James Brown con la misma ausencia de malicia de Pat Boone blanqueando los éxitos de Little Richard en los albores del rock. En otros papeles no da con el personaje. En «Supplies», la primera colaboración con The Neptunes desde 2002 tras un distanciamiento, el hip hop transcurre sobreproducido y uniforme. Así los 66 minutos del álbum se alargan hasta confundirse en música incidental.

Cuatro. La única directriz de Timberlake a sus productores fue retratar su felicidad. Es una paradoja pero las expectativas deben moderarse frente al arte producido por un carácter satisfecho. En el territorio musical suele traducirse en un tono playero, factor que asoma en la segunda parte, donde cuelan las primeras palabras de su bebé y la voz de su esposa reflexionando intimidades. «El éxito es genial, el dinero está bien, pero eres especial, otro nivel», canta Justin en «Higher higher describiendo su vida. Hizo un disco contando lo feliz que está y en ese sentido Man of the woods es un triunfo inapelable. Pero los retratos musicales de esa alegría tienen tanta gracia como ver un interminable álbum de fotos de vacaciones ajenas en lugares que todo el mundo conoce.

Justin Timberlake, de nuevo «rey del pop» a Prince sureño

El Mundo de Orizaba

Cuatro años después de grabar un dueto con Michael Jackson, prueba fehaciente de su ADN común, y de coronarse brevemente en 2016 como nuevo «rey del pop» con el «hit» blanco «Can’t stop this feeling», Justin Timberlake vuelve más sucio y sureño, con el oído puesto en otro ídolo de la realeza musical.

En «Man Of The Woods» (Sony Music), quinto álbum de estudio de su carrera en solitario que se publica ocho años después de la entrega doble de «The 20/20 Experience», Timberlake ha cargado las guitarras y los juegos lúbricos de palabras hasta hacer inevitables las comparaciones con el otro príncipe de la industria, el más genuino en realidad, Prince.

Timberlake, el otrora llamado «príncipe del pop», cumplió ayer 37 años y lo celebra hoy con la salida de un trabajo que empapa las formas del icono de Minneápolis con las músicas del suroeste americano: country, blues, rock and roll, rockabilly, funk, r&b y, por supuesto, soul de Memphis, de donde procede el rubio intérprete y compositor.

Quizás no es la idea a la que conduce de primeras ni el título, ni la portada del disco, en la que su autor cambia el esmoquin y la pajarita de «The 20/20 Experience» por la ropa informal (vaqueros y franela) y un paisaje bucólico de pinos más propio de un artista folk a lo Bon Iver.

Él ha explicado que «Man Of The Woods» hace referencia a Silas («pequeño lobo», según algunas traducciones), que es el nombre del hijo nacido en estos años de silencio discográfico de su unión con la actriz Jessica Biel, quien también participa en algunos cortes y figura en los créditos como Jessica Timberlake.

Se trata, ha dicho además, de su disco «más ambicioso», como si desde el revolucionario «FutureSex/LoveSounds» (2006) no se hubiese caracterizado por ofrecer un «plus» en cada uno de sus trabajos, templados siempre a fuego lento. Esta vez la idea era asumir su propio influjo rock y revestirlo de vanguardia.

Para ello se ha rodeado de una confluencia de productores que sorprende más que nunca por su número y prestigio: Danja (colaborador de Madonna y Britney Spears), Rob Knox (Rihanna, Prince Royce), Eric Hudson (Mary J. Blige, Trey Songz), J-Roc (Beyoncé, Missy Elliott) y, cómo no, Timbaland (junto al que definió el sonido del citado «FutureSex/LoveSounds»).

Suyo es el arranque arrollador con «Filthy» (sucio, en español), primer sencillo que se dio a conocer y también el más chocante de todos los cortes, quizás demasiado en una primera escucha para los oyentes ávidos de sinuoso «rythm and blues», golpeado aquí por oleadas de cuerdas eléctricas y apocalípticas y un magnetismo vocal que bien podría haber asumido Prince como propios.

La guitarra eléctrica juega un papel fundamental frente a discos previos y, en ese sentido, cabe destacar la aportación de su inseparable Elliott Ives, de su banda The Tennessee Kids y con influencias mixtas de funk, hip hop y rock clásico.

Además de la participación en «Morning light» de Alicia Keys, resulta fundamental a lo largo de todo el álbum la aportación de The Neptunes, dúo conformado por Pharrell Williams y Chad Hugo, cuyo toque se hace especialmente evidente en parrandas nocturnas como «Midnight summer jam», el segundo corte.

Porque la música negra sigue ahí irremediablemente, aunque los titulares se los llevará por novedosa la incorporación del country a su repertorio, reforzada a través de colaboraciones como la de Chris Stapleton y algún que otro ukelele y ‘steel guitar’.

Huelga decir, habida cuenta de la mencionada nómina de productores, que cada escucha se enriquece con nuevos hallazgos instrumentales y arreglos, así como con versos potencialmente emblemáticos, como «Haters gon’ say it’s fake» o «Act like the south ain’t the shit»

Ganador de 10 premios Grammy y 4 Emmy, Timberlake ha vendido más de 32 millones de álbumes y en la madrugada del próximo domingo al lunes vivirá otro episodio para su gloria personal como protagonista del intermedio musical de la Super Bowl.

En ese foro que vivió su más gloriosa velada con Prince bajo una cortina de lluvia probablemente sonará «Filthy» y quizás entonces pueda Timberlake, desde su clave sureña, conjurar el lujurioso espíritu del «príncipe de Minneápolis» preguntando al respetable: «And what you gonna do with all that meat?».

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