Crítica «The 20/20 Experience» El Observador: Canciones de amor que rompen corazones

El nuevo disco de Justin Timberlake está alejadísimo de todo aquello que representa un corazón roto. Sin embargo, encontrarse con sus canciones puede generar tal efecto.

Su silencio después de siete años de intentar con la actuación, revivir la red social Myspace y ser un excelente invitado en programas humorísticos, fue interrumpido casi sorpresivamente. Tras eso, se podía esperar de Timberlake un gran regreso a su estilo. Un nuevo disco que sacudiera en algo las bases del pop bailable actual, quizá monótono cuando queda en manos de sus referentes más notorios. Sin embargo su primer corte, «Suit & Tie», de buenas a primeras tira por la borda cualquier expectativa de cambio que se podría haber depositado en él en el correr de estos años. Lo que sí indicó fue un nuevo camino que, tal vez, puede a la larga convertirse en un viaje interesante. En cualquier caso, no ahora.

«Suit & Tie» dejó ver que Timberlake estaba buscando un encare más maduro y conservador de su música. Y así fue, porque lejos de ser una visión moderna del género rythm & blues –como las que practicaron Frank Ocean y otros como Miguel con éxito el año pasado–, Timberlake se apoya en el imaginario de los años noventa, combinado con la imagen y el swing de los cincuenta y en general aburre más de lo que estimula. Nada en este disco grita actualidad, tanto así que el trabajo podría asentarse más cómodamente en los rankings de discos del género Adulto/contemporáneo que en el Hot 100 de Billboard.

El más optimista de los escuchas podrá intentar sentir esa misma energía que generaba su segundo disco «FutureSex/LoveSounds» (2006), pero no sentirá más que atisbos de lo que podría ser una buena canción para romper la pista de baile. Son los peligros de correr tras un concepto de madurez artística evidentemente malinterpretado.

En su momento, el disco «FutureSex» fue vanguardia. Por ejemplo tiene un tema que aún al día de hoy, entre tanta esquizofrenia con lo nuevo, suena actual. Su mayor hit, «SexyBack» sigue vigente a pesar de haber sonado hasta el cansancio durante siete años.

Timberlake no necesita subirse a la cresta de ninguna tendencia para hacer su música, y editar un trabajo más conservador y menos bailable es una forma de dejarlo claro. El problema con «The 20/20 Experience» es que no tira hacia el futuro con el mismo empuje que «FutureSex» y quizá por eso no cuente con canciones definitivas como en discos anteriores.

El disco se apoya en baladas con una duración kilométrica de 7 minutos como «Blue Ocean Floor», en lugar de explorar lugares más exóticos con más canciones al estilo de «Let the Groove Get In». También hay que decir que cuenta con canciones como «Don’t Hold the Wall» y «Tunnel Vision», que representan el legado evolucionado de aquel «FutureSex», con ritmos que tienen la marca de identidad de Timbaland, productor que ayudó a definir aquel segundo disco.

En cuanto a la temática, «Suit & Tie» es una oda al matrimonio y sus canciones celebran la suerte de encontrar a la persona adecuada, un tema que se vuelve recurrente tanto en su segundo corte, «Mirrors», como en «That Girl». Los números también dicen que Timberlake no necesita tener canciones con gancho que apunten a la masividad: la fuerza de su nombre y la legitimidad que mantiene ya ha logrado vender más de 1,5 millones de copias. Tal vez haya que esperar a la salida de su segunda parte –a editarse en noviembre–, para poder entenderlo en su totalidad.

Este es un disco de una persona feliz y en apariencia desinteresada por conquistar nuevos terrenos. Timberlake ya no quiere hacerte bailar. Quiere que te quedes en casa con tu pareja y que tengas una cena romántica. El problema es cuando en realidad lo que querías al poner su disco era salir a bailar de nuevo.