Entrevista La Nación por «Play Sport»: Justin Timberlake con los pies sobre la tierra

NUEVA YORK — Una prominente barba castaña rodea el rostro de Justin Timberlake. Ya no se ven aretes redondos colgando de sus orejas. Aparecen, en cambio, un sutil par de anteojos negros descansando sobre su nariz y un sombrero negro de copa baja, que sobrevuela un impecable traje azul.

En ese primer vistazo, es un ícono de la elegancia neoyorquina. Sereno y aplomado, Timberlake habla luego envuelto en un aura de tranquilidad que distingue a esas personas que están convencidas de que están en el camino correcto, y que lo único que tienen que hacer es seguir caminando.

Con 31 años, comprometido con la actriz Jessica Biel, con quien se casará en julio próximo, Timberlake parece haber alcanzado ya la síntesis de todas sus metamorfosis, sin siquiera haberlo planeado.

«Tengo un plan para mi vida, pero en lo que respecta a mi carrera, creo que trabajé muy duro desde muy joven, y siento que me he ganado la oportunidad de elegir ahora qué es lo que se siente correcto para mí», afirma, durante una entrevista exclusiva con LNR.

Casi no se ven rastros del joven de voz chillona y rulos rubios que enloquecía a las adolescentes desde las filas de *NSYNC. Ese pichón de estrella pop ha cedido al actor, al empresario, un amante del golf y la vida familiar, un negado de la tecnología que disfruta del papel de las páginas de The New York Times, y que respuesta tras respuesta deja ver a una persona simple, que habla con la misma pasión de los desayunos que le preparaba su abuela como de trabajar con Clint Eastwood.

Ya sea como actor, cantante, empresario o modelo publicitario, Timberlake cree que se ganó el derecho de elegir. «Quiero creer que hice el trabajo’, ensaya, a la hora de esgrimir la razón por la cual llegó hasta ese lugar. Está ‘muy involucrado» en la resurrección de la red social MySpace, aunque no brinda más detalles. Timberlake parece familiarizado con este universo: curiosamente, en el film Red social personificó a Sean Parker, cofundador de Napster y uno de los pilares para erigir el monstruo Facebook.

La charla con Timberlake ocurre en un living rodeado de ventanales, en el ático de un hotel en el lado este de Manhattan. La excusa es la presentación de la nueva fragancia del perfume Play, de Givenchy, del cual es la cara publicitaria.

Habla más como actor que como cantante, aunque muestra un inquebrantable vínculo con la música, y la posibilidad siempre latente de un nuevo disco.

«Sólo he hecho dos álbumes en los últimos diez años. A nadie le importa eso más que a mí, así que no me apresuro, me tomo mi tiempo. Estoy teniendo una gran experiencia trabajando en películas. Siempre he querido hacerlo, y… sí, el sueño es ser capaz de hacer ambas cosas», sostiene.

Pero es el cine, ahora, lo que capta su atención. Y tras haber trabajado con los hermanos Coen (en «Inside Llewyn Davis’, prevista para el año próximo) y David Finch, ahora trabaja bajo la tutela de Clint Eastwood en su próxima película, ‘Trouble with the Curve».

-¿Cómo esperas que sea el trabajo con Clint Eastwood?
-Él es una leyenda. No estoy seguro de qué voy a hacer en la primera toma. Tenemos un par de escenas juntos, y no sé lo que haré. Probablemente sólo me voy a quedar mirándolo. He conocido a Clint antes, y es muy agradable. Siento que estoy en buenas manos. Es un papel muy divertido para mí. Con suerte, nos vamos a divertir mucho.

-¿Te sientes más intimidado o entusiasmado?
-Entusiasmado. A ver, es Clint Eastwood. Creo que cualquiera se sentiría naturalmente intimidado o nervioso.

Timberlake divide su vida entre Nueva York y Los Ángeles. Pero es en la Gran Manzana donde se siente más cómodo. Aquí, donde abundan los artistas, se siente parte de una comunidad, y se siente más creativo que en cualquier otro lado.

«Soy algo así como un inadecuado digital’, confiesa, y explica que aún lee The New York Times en papel. ‘No chequeo muchos sitios en Internet. Antes de suscribirme a The New York Times, lo miraba en la Web. Pero ahora lo recibo en mi puerta, y todavía me gusta la sensación del papel.»

-Muchos artistas que empiezan jóvenes pierden el rumbo. ¿Cómo lo mantuviste?
-Creo que me importa lo que hago. Siempre he sido… No voy a hablar sobre otra persona. Cualquiera puede atravesar tiempos difíciles. Es desafortunado. Personalmente, y no estoy diciendo esto como una reflexión sobre alguien más o de lo que podría faltarle a otra persona, tengo muy buenos padres, soy un tipo de familia y las cosas que son importantes para mí son mi familia y mi carrera y, no sé, me encanta lo que hago.

El golf, su gran pasión

Justin Timberlake se toma unos segundos ante la pregunta, quizá para recorrer en su mente los cientos de hoyos que caminó en su vida, y luego brinda su veredicto: el campo de golf de Augusta, Georgia. Ese es el mejor campo de golf donde jugó en su vida.

«Es tierra sagrada», sentencia.

El golf es una de las grandes pasiones de Timberlake. Cuando viaja, relata; lo hace para hacer algo, y una de sus recreaciones favoritas es caminar con los palos. O hacer snowboard. Pero el golf está primero, de eso no hay dudas. Años atrás, el actor compró el campo de golf Big Creek, cerca de su pueblo natal, Millington, muy cerca de Memphis, en Tennessee, que reabrió con el nombre Mirimichi, un término indígena que significa un lugar de retiro feliz, explica.

«Fue definitivamente una compra emocional. Probablemente iba a convertirse en un montón de edificios. Hubo muchas razones por las cuales lo compramos, pero se sentía que era bueno para la comunidad. Memphis no tiene mucho, así que todo lo que pueda hacer por esa ciudad, lo hago», justifica.

Una versión de sí mismo

Hace cuatro años, Givenchy se acercó a Justin Timberlake para proponerle ser el rostro de un nuevo perfume, Play. Al igual que con Liv Tyler, la cara femenina de la marca francesa, el vínculo ha prosperado y ha dado a luz ahora una segunda fragancia, Play Sport. La marca francesa logró también algo más: que Timberlake volviera a usar perfumes.

«Es gracioso, porque cuando hablamos de hacer una fragancia yo ni siquiera usaba una.

Ni siquiera tenía una en mi baño. Así que fue una buena prueba para ellos», revela.

Incluso a la hora de hablar de la fragancia, algo que tiene que hacer, Timberlake se toma el trabajo de acompañar la promoción con una idea, quizá, definitoria: el perfume le gusta porque es fresco, limpio y simple, pero a la vez sofisticado. «No me gusta nada que huele demasiado a algo. No quiero entrar a un lugar y que alguien diga: Ah, estás usando. Creo que eso es lo que me gusta del perfume. Siento que es un aditivo, no es definitivo», sentencia.

La campaña del perfume está atada al aire libre, con la idea de dar una sensación de libertad, velocidad y adrenalina, según la marca. Uno de los avisos publicitarios muestra a Timberlake conduciendo un convertible antiguo bajo un cielo azul (en la foto, la escena puede verse detrás del saludo con Thierry Maman, director general de Givenchy). «Me gusta porque no se trata sólo de mí sosteniendo la botella. Es una versión de mí. Creo que la gente es más compleja que una imagen, y creo que la imagen transmite la marca», apunta Timberlake.

El artista ponderó el perfume porque no es intrusivo. Suma, sin redefinir. Como contraste, recordó que cuando estaba en la escuela secundaria todo el mundo olía a la misma fragancia, y que al sentir otros perfumes instantáneamente ha tenido un dolor de cabeza.